Me ha fascinado por irrumpir en los márgenes de lo real y moverse sin orden y sistematismos.

Esto sucede en lo cotidiano, en las ciencias naturales y las humanidades, en el terreno artístico,

en la literatura, la música, la arquitectura y el cine.

Estamos en una época de grandes investigaciones y avances, una época de éxitos

en las ciencias, que miden y explican el mundo de lo perceptible y, sin embargo, al mismo

tiempo, una época en el que lo esotérico, lo insospechado, lo inexplicable se instala en la

conciencia del público. No solo la ilustración, también la oscuridad, lo inexplicable, el

enigma sigue estando presente. La ciencia descubre y responde, pero también hace

preguntas que abren el imaginario colectivo.

Según Freud, los hombres y las mujeres no pueden subsistir en la satisfacción escasa que

pueden arrancar a la realidad “Simplemente no podemos prescindir de construcciones auxiliares”.

Estas construcciones auxiliares pueden ser denominadas fantasías.

Lo fantástico habla siempre de los sublimes espacios intermedios; también de los

secretos, de los abismos y profundidades del alma humana. Se atreve a echar un vistazo

tras el espejo. Explora las áreas al margen del orden, de los sistemas y las

categorizaciones. Escapa a lo conocido, lo acostumbrado, lo mediocre, lo establecido. La

fantasía o lo fantástico es, por tanto, imprescindible en nuestra realidad, en la medida en

busquemos la satisfacción propia a través de la subversión.